
La asunción de Juan Manuel Santos como Presidente de Colombia el pasado 7 de agosto ofrece una gran oportunidad para la normalización de las relaciones diplomáticas de ese país con sus vecinos Ecuador y Venezuela.
Si bien Santos ganó las elecciones presidenciales presentándose como el continuador de las políticas de Álvaro Uribe (de hecho fue su Ministro de Defensa entre 2006 y 2009), el gobierno venezolano ha manifestado en varias oportunidades que mantiene esperanzas en las nuevas autoridades de Bogotá. Esa lectura de Caracas se vio respaldada por el discurso del propio Santos al asumir la Presidencia, cuando afirmó de manera enfática su compromiso por la paz regional.
Las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela se encuentran rotas desde el pasado 22 de julio, fecha en que Hugo Chávez decidió la drástica medida como represalia luego de una presentación de Colombia ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Ante dicho organismo, el Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Jaime Bermúdez, denunció la presencia de cientos de miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en territorio venezolano, lo que revelaría un supuesto vínculo entre el gobierno de Caracas y la guerrilla.
Con Ecuador, las relaciones diplomáticas de Colombia se hallan limitadas al rango de oficinas de negocios, ya que los vínculos normales se encuentran suspendidos por Quito desde fines de 2008. En aquella oportunidad, el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, denunció que el Ejército colombiano violó la soberanía ecuatoriana cuando se hallaba en un operativo contra las FARC en una zona fronteriza.
Por su parte, el rol de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en el actual diferendo entre Colombia y Venezuela ha sido fundamental. Si bien la reunión extraordinaria llevada a cabo en Quito hace una semana no logró acercar a las partes, ahora se espera con ansiedad el encuentro entre Santos y Chávez en Bogotá, una reunión cumbre organizada por el Secretario General de UNASUR, Néstor Kirchner.
La celeridad con la que se planeó el encuentro entre los Presidentes de Colombia y Venezuela para destrabar el conflicto hace suponer que lo que se vivía en realidad era un profundo resentimiento a nivel personal entre Chávez y Uribe antes que a nivel institucional. Así parece confirmarlo el gran número de acusaciones mutuas que se lanzan ocasionalmente a través de los medios de prensa y, recientemente, vía Twitter. Los insultos son a título personal, no involucrando ningún resorte estatal. En ese sentido se puede leer también el accionar de Uribe, quien encargó a sus abogados que presenten querellas judiciales contra Hugo Chávez en tribunales internacionales.
Un interrogante que queda pendiente tiene que ver con el rol de Brasil durante el conflicto, ya que a diferencia de lo actuado durante el golpe de Estado en Honduras a fines de 2008, cuando mantuvo un alto perfil involucrándose de manera decidida en el tema, en esta ocasión ha mantenido una actitud por demás cautelosa y distante.
Aprovechando el vacío que generó la llamativa ausencia de Brasil, el gobierno argentino de Cristina Fernández tuvo un accionar decidido frente al conflicto entre Colombia y Venezuela, recibiendo en Buenos Aires, con apenas horas de diferencia, a Juan Manuel Santos y a Nicolás Maduro, cuando la tensión era evidente e incluso se mencionaba, desde Caracas, la posibilidad de una guerra.Las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela se encuentran rotas desde el pasado 22 de julio, fecha en que Hugo Chávez decidió la drástica medida como represalia luego de una presentación de Colombia ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Ante dicho organismo, el Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Jaime Bermúdez, denunció la presencia de cientos de miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en territorio venezolano, lo que revelaría un supuesto vínculo entre el gobierno de Caracas y la guerrilla.
Con Ecuador, las relaciones diplomáticas de Colombia se hallan limitadas al rango de oficinas de negocios, ya que los vínculos normales se encuentran suspendidos por Quito desde fines de 2008. En aquella oportunidad, el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, denunció que el Ejército colombiano violó la soberanía ecuatoriana cuando se hallaba en un operativo contra las FARC en una zona fronteriza.
Por su parte, el rol de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en el actual diferendo entre Colombia y Venezuela ha sido fundamental. Si bien la reunión extraordinaria llevada a cabo en Quito hace una semana no logró acercar a las partes, ahora se espera con ansiedad el encuentro entre Santos y Chávez en Bogotá, una reunión cumbre organizada por el Secretario General de UNASUR, Néstor Kirchner.
La celeridad con la que se planeó el encuentro entre los Presidentes de Colombia y Venezuela para destrabar el conflicto hace suponer que lo que se vivía en realidad era un profundo resentimiento a nivel personal entre Chávez y Uribe antes que a nivel institucional. Así parece confirmarlo el gran número de acusaciones mutuas que se lanzan ocasionalmente a través de los medios de prensa y, recientemente, vía Twitter. Los insultos son a título personal, no involucrando ningún resorte estatal. En ese sentido se puede leer también el accionar de Uribe, quien encargó a sus abogados que presenten querellas judiciales contra Hugo Chávez en tribunales internacionales.
Un interrogante que queda pendiente tiene que ver con el rol de Brasil durante el conflicto, ya que a diferencia de lo actuado durante el golpe de Estado en Honduras a fines de 2008, cuando mantuvo un alto perfil involucrándose de manera decidida en el tema, en esta ocasión ha mantenido una actitud por demás cautelosa y distante.
Quizás desde Itamaraty, la histórica sede de la diplomacia brasileña, decidieron que era hora de dejar que UNASUR lidie con los conflictos regionales, para comprobar si puede ser una herramienta útil en un futuro cercano. Después de todo, ha sido Brasil uno de los mayores impulsores de esta joven organización.
Matías Pablo Arese,
Licenciado en Relaciones Internacionales (UNR)
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