martes, 29 de septiembre de 2009

Los discursos más locos de la ONU


Ese es el título del más reciente artículo de la revista Foreing Policy en su versión digital. Allí se relata de manera breve, caprichosa y humorística los 10 discursos más extraños y locos pronunciados en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

El puesto número uno del ranking se lo lleva merecidamente el delegado de la India, Krishna Menon, quien en 1957 habló en la ONU durante ocho horas (!) acerca del conflicto en Cachemira. Este épico momento es recordado además porque la única interrupción en la presentación de Menon provino de él mismo: su cuerpo no resistió y colapsó, debiendo ser hospitalizado inmediatamente. Lo increíble del caso es que Menon regresó al recinto con su médico personal vigilándolo y continuó su discurso una hora más...

Otro momento histórico fue la reacción de Nikita Kruschev ante una interrupción de su discurso por parte del delegado filipino: llamó a callar a "ese bufón del imperio norteamericano" al tiempo que se descalzaba y golpeaba con su zapato el atril.

Obviamente, teniendo en cuenta la orientación ideológica de la revista, también hay menciones de los discursos de Fidel Castro, Hugo Chávez (el memorable "aquí estuvo el diablo... todavía huele a azufre" dirigido a George W. Bush) y la reciente diatriba de Qaddafi contra el Consejo de Seguridad al que llamó "Consejo del Terror" mientras rompía la Carta de la ONU.


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domingo, 27 de septiembre de 2009

Grupo de los 20 reemplaza definitivamente al G-8


El Grupo de los 20, luego de las deliberaciones llevadas a cabo en Pittsburgh para evaluar la situación económica internacional, fue ratificado por el gobierno de Estados Unidos como el cónclave semi-permanente que reemplaze definitivamente al G-8.

Los resultados económicos positivos que se empezaron a ver luego de las medidas recomendadas y consensuadas por los integrantes del G-20 contrastan notablemente con la ineficacia e impopularidad del grupo de los ocho países más desarrollados del planeta.

De esta manera, Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Japón, Alemania, Italia y Rusia no deliberarán más en soledad sino que compartirán cartel con Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica y Turquía. A estos 19 países se suma un bloque regional completo: la Unión Europea.

La legitimidad del G-20 es infinitamente mayor que la del G-8 ya que, además de proporcionar una rápida salida a la crisis financiera internacional, concentra entre sus integrantes el 90% del PBI mundial y el 80% del comercio internacional. A ello se suma un dato clave como el demográfico: el G-20 posee entre todos sus miembros unos dos tercios de la población mundial.

Por todo ello, es probable que la percepción de la opinión pública internacional sea más receptiva a la idea de un grupo de líderes políticos debatiendo sobre el presente y el futuro de la humanidad, dejando atrás gradualmente la impresión a todas luces negativas que dejaba el G-8, conferenciando bajos estrictas medidas de seguridad en lugares inhóspitos y alejados (castillos, islas) para evitar las manifestaciones anti-globalización que, de todas maneras, se hacían oír y lograban llegar a dichas cumbres.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Complicada agenda política para Barack Obama


Sin llegar al año de gobierno, el Presidente de Estados Unidos Barack Obama enfrenta una agenda de proporciones desmesuradas si se tiene en cuenta la yuxtaposición de problemas y situaciones que se quieren o se deben afrontar.

Hace ya semanas que el objetivo principal de la política exterior norteamericana se centra en Afganistán, al ritmo que se incrementa la violencia en dicho país, todavía sin un claro resultado en las elecciones presidenciales. La administración Obama se debate entre aumentar el número de tropas en suelo afgano o desplegar tácticas selectivas en Paquistán, persiguiendo a miembros de Al Qaeda sin tener en cuenta las fronteras nacionales.

Paralelamente, en el plano interno Obama decidió respaldar activamente su plan de salud, concediendo entrevistas, y brindando discursos. Todo ello para contrarrestar la creciente oposición neoconservadora que ve en la reforma del sistema de salud un paso hacia el "socialismo", confundiendo conceptos elementales de la ciencia política como derechos humanos, socialismo, comunismo e incluso liberalismo al tiempo que ponen en entredicho sistemas que funcionan probadamente en países como el Reino Unido, Suecia y Francia.

Por otro lado, en los últimos días se han agregado nuevos temas de gran importancia como la reanudación de las conversaciones de paz entre palestinos e israelíes auspiciadas de manera personal por Obama.

En tanto, en Nueva York, la apertura de las sesiones anuales de la Asamblea General de las Naciones Unidas revalorizó asuntos estratégicos como las posibles sanciones a Irán si no coopera con inspectores internacionales en relación a su proyecto nuclear, los debates acerca del cambio climático y, finalmente -al menos según el orden de Estados Unidos, donde ocupa el último lugar de las preocupaciones- la creciente tensión en Honduras tras el arribo del Presidente derrocado Manuel Zelaya a la capital de ese país.

Es claro que semejante multiplicidad de temas importantes puede acarrear al menos un gran fracaso político si no se llega al resultado esperado. Y esa es justamente la mayor debilidad de Barack Obama: la enorme expectativa que generó su llegada a la Casa Blanca. Así, en caso de no lograrse un avance positivo en algún punto clave de la agenda, puede afectarse seriamente la imagen positiva del Presidente dentro y fuera de Estados Unidos, con la inevitable crisis de gobernabilidad que ello acarrea.

Por ahora, el mayor riesgo para la administración demócrata se encuentra en el tratamiento que se le está dando dentro de Estados Unidos a la reforma del sistema de salud, al punto tal que muchos analistas se preguntan si era necesario abrir la discusión tan pronto, antes del año de gobierno, especialmente cuando es tan fácil agitar el fantasma del "socialismo" en ese país y tan difícil presentar un complejo proyecto de ley explicando sus motivos de forma concreta y directa.