Al aprobarse el pasado 6 de noviembre una nueva constitución para las islas Malvinas se abre otro frente de tensiones entre el gobierno argentino y el Reino Unido. En esta ocasión, tanto la Cámara de Diputados como Cancillería argentina repudiaron la reforma de la carta magna para el archipiélago que había entrado en vigencia originalmente en 1985.Los conflictos diplomáticos entre la Argentina y el Reino Unido han venido incrementándose desde la asunción de Néstor Kirchner a la Presidencia en 2003. Ya desde su discurso inaugural, Kirchner había sostenido que se haría especial énfasis en la lucha diplomática por las Malvinas bajo su administración, ya que era una cuestión que lo movilizaba especialmente por ser oriundo del sur del país.
El punto más álgido de tensión durante su mandato se vivió al cumplirse el vigésimo quinto aniversario de la guerra del atlántico sur, en abril de 2007. En aquella oportunidad, el gobierno argentino rechazó una invitación de su par inglés para acudir a una ceremonia alegórica en Londres, aduciendo que se trataba en realidad de festejos por la victoria militar británica.
Ese episodio, sumado a innumerables intercambios de notas de protesta entre los ministerios de relaciones exteriores de ambos países (por ejemplo, por la pesca en zonas en litigio, al igual que la exploración petrolífera) hizo que el gobierno argentino subiera el tono de sus reclamos en más de una ocasión, llegándose a resquebrajar el denominado paraguas de soberanía puesto en práctica desde 1991.
Dicho instrumento político – jurídico implicaba que se podían lograr avances en temas como pesca, turismo, hidrocarburos, comunicaciones, etc., sin tocar el tema de la soberanía por parte de ambos países. Pero con el correr del tiempo no se lograron avances significativos, ya que el Reino Unido persiste en realizar hechos unilaterales como la actual firma de la nueva constitución para las Malvinas.
Basándose en estos hechos, el actual gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no modificó un ápice la postura tomada desde 2003, esto es, alejarse gradualmente del paraguas de soberanía para introducir el reclamo ante cada oportunidad que se presente, a nivel local e internacional.
Pero no todas son malas noticias. La reforma de la constitución para las Malvinas, que entrará en vigor a partir de enero de 2009, redefine el status de ciudadanía para los kelpers, tratándolos como ciudadanos británicos. Este aspecto es positivo para la Argentina ya que reafirma la tesis de varios juristas locales que insisten en que, si son ciudadanos británicos, no constituyen una tercera voz en la disputa, ni poseen derecho a la autodeterminación, como Londres siempre intentó demostrar, sin éxito, en la ONU.
Esto último abre una oportunidad para el gobierno argentino, que deberá aprovechar para iniciar una ofensiva jurídica a nivel internacional a través de Cancillería.


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