
Con el objetivo de reemplazar, al menos temporalmente, a países que son socios especiales en el comercio bilateral y que ahora enfrentan serias dificultades económicas (principalmente España), la Presidenta Cristina Fernández se ha ocupado personalmente de visitar naciones poco menos que exóticas para el comercio argentino: Argelia, Egipto, Túnez y Libia.
Esta gira de la comitiva argentina, seguida con excesiva atención por la prensa local, corre el riesgo de quedar en una mera anécdota debido a la nula relación que existe con aquellos países. En este sentido, la visita de la Presidenta se asemeja a aquella mediática gira que realizara Carlos Menem por países con escasa importancia para la Argentina, como Malasia e Indonesia, sin lograr revertir la escasa relación bilateral, pese a la firma de múltiples acuerdos conjuntos.
Por otro lado, al volver de la gira por el continente africano, Cristina Fernández recibió al presidente de México, Felipe Calderón. En este caso, se trata de un país con el cual el comercio bilateral ha crecido exponencialmente desde 2002. Es por ello y debido también al anuncio de medidas concretas como la creación del Consejo de Asociación Estratégica Argentina-México, que esta visita sí permite ver en el horizonte resultados positivos.
El primer punto para atender, por el lado argentino, será el restablecimiento del superávit comercial en la balanza comercial con el país azteca, perdido este año, situación desconocida desde el año 2000. Otro tema importante de la agenda bilateral es el narcotráfico: la visita de Calderón a Buenos Aires coincidió con más arrestos de ciudadanos argentinos implicados en una compleja red delictiva entre México y nuestro país.
Asimismo, es fundamental el acercamiento con México debido al enfriamiento de las relaciones bilaterales que coincidió con las presidencias de Vicente Fox y Néstor Kirchner. Esas diferencias, que por momentos parecían abismales, comenzaron a cerrarse con la asunción de Felipe Calderón a la presidencia mexicana en diciembre de 2006, en reemplazo del primero. Ahora, con el encuentro formal en la Casa Rosada, se cierra definitivamente esa etapa y se abre la posibilidad de una verdadera cooperación.
En lo que hace a la gira por el norte de África, la carga simbólica es otra. Sólo gestos vacíos, casi frívolos. Al menos, esa es la imagen que queda, al ver a la Presidenta argentina visitar una casa bombardeada por Estados Unidos en Libia, o realizar comentarios informales acerca de faraones egipcios. Si bien se firmaron varios acuerdos de cooperación, parece inverosímil que el volumen ridículamente bajo del comercio entre Argentina y esos países sufra una sustancial mejora.
¿Con cuál de estas dos versiones debemos quedarnos? ¿La política exterior argentina se compone nuevamente de gestos sobreactuados, como ocurriera durante la presidencia de Menem? Es un serio riesgo al que todos los presidentes quedan expuestos, por tratarse la Argentina de un país periférico, sin demasiadas posibilidades reales de influir en la arena política internacional. Por el momento, sólo cabe esperar que los aciertos, como el impulso a la relación con México, superen en cantidad y calidad a los meros gestos y a la retórica oficial.