Aumentan las presiones sobre la Secretaria de Estado norteamericana para que asuma la responsabilidad por las revelaciones de archivos de la diplomacia estadounidense.
El pasado 28 de noviembre se filtró a los principales diarios del mundo la mayor cantidad de archivos secretos en la historia de la política internacional. El responsable de haber conseguido la información sería Bradley Manning, un joven analista de inteligencia del Ejército de Estados Unidos, quien transmitió todo el contenido robado al sitio web WikiLeaks. Esta última organización, que funciona gracias a aportes voluntarios y anónimos, fue creada en 2006 por el australiano Julian Assange, de 39 años. Poco se sabe de la vida de Assange, sobre quien pende una orden de captura internacional emitida por Interpol a pedido de la justicia sueca por abuso sexual.
El escándalo internacional que se produjo por la publicación de los más de 250.000 cables secretos, emitidos por funcionarios estadounidenses alrededor del mundo, amenaza la continuidad de Hillary Clinton al frente del Departamento de Estado de ese país.
La prestigiosa revista electrónica Slate, conocida por su postura progresista y sus simpatías por el Partido Demócrata, ha publicado una editorial firmada por Jack Shaffer en donde se pide la renuncia de Clinton a su cargo. Desde Venezuela, Hugo Chávez ha solicitado lo mismo, aduciendo que la maniobra de la Secretaria de Estado consiste en culpar a WikiLeaks y no hacerse responsable por el espionaje de diplomáticos estadounidenses que operaban bajo sus órdenes, algo que quedó de manifiesto en los cables filtrados. Finalmente, el enigmático Julian Assange declaró en una entrevista vía Skype (desde un lugar desconocido) con la revista Time que Clinton debe dejar el cargo, sin importar si es por propia voluntad o por despido.
Llamativamente, la oposición en Estados Unidos aun no ha pedido la renuncia de Hillary Clinton, sino que al igual que esta última, se ha abocado a culpar a WikiLeaks y solicitan el cierre del sitio web. Ni siquiera Sarah Palin, la ex candidata vicepresidencial por el Partido Republicano y actual líder del Tea Party, un movimiento xenófobo de ultraderecha, ha reclamado la ida de Clinton. Palin, en cambio, culpa a la administración Obama por la débil respuesta posterior a la publicación de los documentos secretos y la demora en la captura de Assange.
En cuanto a la calidad de los cables publicados, cabe separarlos en dos grupos de acuerdo a su importancia. Por un lado, existe una gran cantidad de comentarios anecdóticos y simplistas realizados por funcionarios de menor jerarquía de embajadas y consulados estadounidenses. En esta línea se inscriben aquellas comunicaciones que se refieren a la “voluptuosa rubia” que acompaña a todos lados al líder libio Muammar Khaddafi, el “machismo” de Vladimir Putin o las “salvajes fiestas” a las que suele acudir el Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi. Por otro lado, se publicaron archivos más importantes que pueden poner en serio riesgo las relaciones de Estados Unidos con varios países, sean estos aliados o no.
Entre las filtraciones más relevantes se cuentan aquellas que se refieren al temor que existe entre los países árabes por el poderío iraní, al punto tal de presionar sus principales líderes a diplomáticos de Estados Unidos para que se lleve a cabo una guerra contra Irán con frases terminantes como las pronunciadas por el Rey Abdalá de Arabia Saudita, quien supuestamente pidió “cortar la cabeza de la serpiente” y pedidos similares de representantes de Omán, Kuwait, Bahrein y Emiratos Árabes Unidos. Esta presión ejercida por naciones del Golfo Pérsico pone de manifiesto que no sólo Israel se ve amenazado por la posibilidad de un “Irán nuclear” y su actual sistema de misiles, sino que también los propios países árabes recelan del régimen de Ahmadinejad y sus ambiciones de liderazgo regional.
Un grave hecho, conocido gracias a WikiLeaks, consiste en las instrucciones que emanaron del propio Departamento de Estado en Washington hacia sus funcionarios alrededor del mundo en las cuales se les ordenaba realizar tareas de espionaje sobre líderes democráticamente electos o sobre la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) y su Secretario General, Ban Ki-moon. Varios de estos documentos llevan una simple firma al final: “Clinton”.
Otra importante revelación tiene que ver con los presos de Guantánamo, la cárcel que Estados Unidos mantiene en Cuba. Una vez que estallaron las guerras de Irak y Afganistán, miles de prisioneros fueron llevados hacia allí, muchos de ellos simples sospechosos sobre quienes no pesaban acusaciones formales. En el afán de librarse de ellos, Estados Unidos ofreció dinero e inversiones a la pequeña nación de Kiribati, situada en el océano Pacífico, para que accediera a recibir detenidos. Al mismo tiempo, presionaba a Yemen, Bélgica, Eslovenia y España para que hicieran lo propio.
De acuerdo a este tipo de cables, más comprometedores, se desconoce el precio final que pagará Estados Unidos por restablecer la confianza sobre sus funcionarios no sólo en aquellas naciones afectadas por comentarios despectivos u operaciones ilegales, sino en todo el planeta. Sin dudas, una primera medida en dirección a restablecer los canales diplomáticos de manera eficaz y veloz sería el reemplazo de Hillary Clinton al frente del Departamento de Estado, máximo órgano responsable de las relaciones exteriores de la superpotencia.
Matías Pablo Arese, Lic. en Relaciones Internacionales (UNR).
El escándalo internacional que se produjo por la publicación de los más de 250.000 cables secretos, emitidos por funcionarios estadounidenses alrededor del mundo, amenaza la continuidad de Hillary Clinton al frente del Departamento de Estado de ese país.
La prestigiosa revista electrónica Slate, conocida por su postura progresista y sus simpatías por el Partido Demócrata, ha publicado una editorial firmada por Jack Shaffer en donde se pide la renuncia de Clinton a su cargo. Desde Venezuela, Hugo Chávez ha solicitado lo mismo, aduciendo que la maniobra de la Secretaria de Estado consiste en culpar a WikiLeaks y no hacerse responsable por el espionaje de diplomáticos estadounidenses que operaban bajo sus órdenes, algo que quedó de manifiesto en los cables filtrados. Finalmente, el enigmático Julian Assange declaró en una entrevista vía Skype (desde un lugar desconocido) con la revista Time que Clinton debe dejar el cargo, sin importar si es por propia voluntad o por despido.
Llamativamente, la oposición en Estados Unidos aun no ha pedido la renuncia de Hillary Clinton, sino que al igual que esta última, se ha abocado a culpar a WikiLeaks y solicitan el cierre del sitio web. Ni siquiera Sarah Palin, la ex candidata vicepresidencial por el Partido Republicano y actual líder del Tea Party, un movimiento xenófobo de ultraderecha, ha reclamado la ida de Clinton. Palin, en cambio, culpa a la administración Obama por la débil respuesta posterior a la publicación de los documentos secretos y la demora en la captura de Assange.
En cuanto a la calidad de los cables publicados, cabe separarlos en dos grupos de acuerdo a su importancia. Por un lado, existe una gran cantidad de comentarios anecdóticos y simplistas realizados por funcionarios de menor jerarquía de embajadas y consulados estadounidenses. En esta línea se inscriben aquellas comunicaciones que se refieren a la “voluptuosa rubia” que acompaña a todos lados al líder libio Muammar Khaddafi, el “machismo” de Vladimir Putin o las “salvajes fiestas” a las que suele acudir el Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi. Por otro lado, se publicaron archivos más importantes que pueden poner en serio riesgo las relaciones de Estados Unidos con varios países, sean estos aliados o no.
Entre las filtraciones más relevantes se cuentan aquellas que se refieren al temor que existe entre los países árabes por el poderío iraní, al punto tal de presionar sus principales líderes a diplomáticos de Estados Unidos para que se lleve a cabo una guerra contra Irán con frases terminantes como las pronunciadas por el Rey Abdalá de Arabia Saudita, quien supuestamente pidió “cortar la cabeza de la serpiente” y pedidos similares de representantes de Omán, Kuwait, Bahrein y Emiratos Árabes Unidos. Esta presión ejercida por naciones del Golfo Pérsico pone de manifiesto que no sólo Israel se ve amenazado por la posibilidad de un “Irán nuclear” y su actual sistema de misiles, sino que también los propios países árabes recelan del régimen de Ahmadinejad y sus ambiciones de liderazgo regional.
Un grave hecho, conocido gracias a WikiLeaks, consiste en las instrucciones que emanaron del propio Departamento de Estado en Washington hacia sus funcionarios alrededor del mundo en las cuales se les ordenaba realizar tareas de espionaje sobre líderes democráticamente electos o sobre la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) y su Secretario General, Ban Ki-moon. Varios de estos documentos llevan una simple firma al final: “Clinton”.
Otra importante revelación tiene que ver con los presos de Guantánamo, la cárcel que Estados Unidos mantiene en Cuba. Una vez que estallaron las guerras de Irak y Afganistán, miles de prisioneros fueron llevados hacia allí, muchos de ellos simples sospechosos sobre quienes no pesaban acusaciones formales. En el afán de librarse de ellos, Estados Unidos ofreció dinero e inversiones a la pequeña nación de Kiribati, situada en el océano Pacífico, para que accediera a recibir detenidos. Al mismo tiempo, presionaba a Yemen, Bélgica, Eslovenia y España para que hicieran lo propio.
De acuerdo a este tipo de cables, más comprometedores, se desconoce el precio final que pagará Estados Unidos por restablecer la confianza sobre sus funcionarios no sólo en aquellas naciones afectadas por comentarios despectivos u operaciones ilegales, sino en todo el planeta. Sin dudas, una primera medida en dirección a restablecer los canales diplomáticos de manera eficaz y veloz sería el reemplazo de Hillary Clinton al frente del Departamento de Estado, máximo órgano responsable de las relaciones exteriores de la superpotencia.
Matías Pablo Arese, Lic. en Relaciones Internacionales (UNR).
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario