
Cuando parecía que la ambiguedad* sería el tono elegido por Estados Unidos para lidiar con el golpe de estado cívico-militar en Honduras, se anuncia un sorpresivo encuentro entre la Secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton y el depuesto Presidente hondureño, Manuel Zelaya, en Washington.
Mientras tanto, tal como se preveía, Honduras ha sido suspendida de la Organización de Estados Americanos (OEA) por aclamación y unanimidad de todos sus miembros. Al parecer, la OEA no ha ido más lejos en cuanto a sanciones (de tipo económicas, por ejemplo) tal como proponían las delegaciones de Venezuela y Nicaragua, debido a la oposición de Estados Unidos y Canadá, que bregaron por un llamado al diálogo entre las partes.
El régimen de facto encabezado por Roberto Micheletti sigue aislado de la comunidad internacional y continúa evocando, de manera paradojal, la tesis de que actuaron en nombre de la constitución nacional hondureña. Siguiendo esta estrategia de enmascaramiento del golpe de estado tras un manto de legalidad, el gobierno de Micheletti ha requerido a la Interpol que proceda a detener a Zelaya, siendo el pedido rechazado inmedatamente por dicho organismo internacional.
El encuentro entre Clinton y Zelaya se producirá dos días después del fallido intento por parte de este último de retornar a Honduras para hacerse cargo del poder. Dicho plan fue abortado por el gobierno de facto al obstaculizar la pista del aeropuerto capitalino con tropas militares. Durante este episodio, una multitud que había asistido al aeropuerto para recibir a Zelaya fue duramente reprimida por el ejército, dejando un saldo de un muerto y decenas de heridos.
Debido a la creciente presión de la comunidad internacional, la Corte Suprema de Honduras ya habla de una posible "amnistía" para Zelaya y el propio Micheletti ha aceptado la mediación del Presidente de Costa Rica, Óscar Arias, ganador del Premio Nobel de la Paz por su intervención diplomática en la década del '80 en la región.
Mientras tanto, tal como se preveía, Honduras ha sido suspendida de la Organización de Estados Americanos (OEA) por aclamación y unanimidad de todos sus miembros. Al parecer, la OEA no ha ido más lejos en cuanto a sanciones (de tipo económicas, por ejemplo) tal como proponían las delegaciones de Venezuela y Nicaragua, debido a la oposición de Estados Unidos y Canadá, que bregaron por un llamado al diálogo entre las partes.
El régimen de facto encabezado por Roberto Micheletti sigue aislado de la comunidad internacional y continúa evocando, de manera paradojal, la tesis de que actuaron en nombre de la constitución nacional hondureña. Siguiendo esta estrategia de enmascaramiento del golpe de estado tras un manto de legalidad, el gobierno de Micheletti ha requerido a la Interpol que proceda a detener a Zelaya, siendo el pedido rechazado inmedatamente por dicho organismo internacional.
El encuentro entre Clinton y Zelaya se producirá dos días después del fallido intento por parte de este último de retornar a Honduras para hacerse cargo del poder. Dicho plan fue abortado por el gobierno de facto al obstaculizar la pista del aeropuerto capitalino con tropas militares. Durante este episodio, una multitud que había asistido al aeropuerto para recibir a Zelaya fue duramente reprimida por el ejército, dejando un saldo de un muerto y decenas de heridos.
Debido a la creciente presión de la comunidad internacional, la Corte Suprema de Honduras ya habla de una posible "amnistía" para Zelaya y el propio Micheletti ha aceptado la mediación del Presidente de Costa Rica, Óscar Arias, ganador del Premio Nobel de la Paz por su intervención diplomática en la década del '80 en la región.
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