
Muy pocos se ocuparon de aclarar que las protestas de los sindicatos de toda Grecia ya estaban programadas antes que ocurriera el violento suceso. Y, lo que es más importante aún, nadie subrayó el hecho de que el asesinato del joven de 15 años fue tan sólo el detonante, la chispa que desencadenó la furia de miles de personas. La situación económica de Grecia dista de ser la mejor. Con una tasa de desempleo juvenil alrededor del 20%, las políticas conservadoras del gobierno cuestionadas severamente, escándalos de corrupción estatal, sumado a la grave crisis financiera internacional, hacen de Grecia el escenario ideal para que surjan este tipo de manifestaciones violentas.
De todas maneras, hay explicaciones que van más allá de la economía de un país, o de una situación particular -por más violenta que sea- como la muerte de un joven en un suburbio de Atenas. No es casual que luego de varios días de agitación política y social en Grecia haya ocurrido lo mismo -en menor escala, es cierto- en Barcelona, Madrid, Copenhague, Burdeos... Todas ellas, ciudades europeas que comparten una geografía urbana similar: barrios periféricos en los que mayormente habitan inmigrantes, desocupados y activistas políticos.
Vale recordar también los meses en los cuales Francia vivió un estado de alerta permanente en 2005 y 2007, con movilizaciones de miles de ciudadanos demostrando una violencia inusitada y desconcertante a la vez para las autoridades, ya que el modus operandi consistía en la quema de automóviles particulares que se encontraban estacionados en la calle. En aquella oportunidad, los medios también hacían referencia al acontecimiento inmediato que había desatado la violencia en las calles: la muerte de dos jóvenes cuando escapaban de la policía en 2005, en un barrio marginal de París y el confuso accidente vial, en 2007, entre un patrullero y una moto, resultando muertos los dos adolescentes que viajaban a bordo de esta última.
Bien vale la pena buscar una explicación más abarcativa de estos estallidos sociales. Una explicación estructural, que haga especial énfasis en la sociología o -como vimos- la economía. Otra posible salida es la que ensaya el filósofo esloveno Slavoj Zizek: no hay una explicación racional, porque no estamos en presencia de la sociedad reflexiva, como muchos académicos gustan repetir: "Lo que hay que resistir cuando se nos presentan crónicas e imágenes de autos que arden en los suburbios de París, es la búsqueda de un significado o mensaje más profundo oculto en esos estallidos. Lo más difícil de aceptar es, precisamente, su extrema ausencia de sentido: más que una forma de protesta, constituyen un passage a l''acte que testimonia no sólo la impotencia de los perpetradores, sino, sobre todo, de la falta de lo que Frederic Jameson llamó ‘mapeo cognitivo’, de su incapacidad para inscribir la experiencia de su situación en un todo significativo"[1]. El mismo párrafo puede aplicarse sin problemas a la semana que se vivió en Grecia.
Una línea argumentativa similar es la sostenida por el sociólogo polaco Zygmunt Baumann: "La sociabilidad, por así decirlo, flota a la deriva, buscando en vano un terreno sólido donde anclar, un objetivo visible para todos hacia el cual converger, compañeros con quienes cerrar filas. Existe en el ambiente esa cantidad... errante, tentativa, sin centro. Al carecer de vías de canalización estables, nuestro deseo de asociación tiende a liberarse en explosiones aisladas... y de corta vida, como todas las explosiones (...). A veces, a través de estallidos de hostilidad y agresión"[2].
De esta manera observamos un panorama más complejo que el que suponen los medios masivos de comunicación, cuando interpretan los acontecimientos como determinados por hechos fortuitos, errores o estallidos de violencia aislada. Dicho modo argumentativo lleva a olvidarnos del contexto socio-político en el que viven millones de personas, incluso en el llamado Primer Mundo, donde una parte sustancial de sus ciudadanos manejan la violencia como última forma de expresión eficaz.
[1] Slavoj Zizek; “Francia violenta, la sociedad en riesgo”, Revista Ñ, Buenos Aires, 12/11/2005.
[2] Zygmunt Baumann; “En busca de la política”, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001.
3 comentarios:
Acertada observación-texto. Buscando en el buscador Goo... sobre el precio del libro de Baumann que deseo adquirir y que desgaciadamente leí en fotocopias (desgraciadamente por la versión de no-edición en papel que lei y, además, porque los libros buenos son desgraciados). Si se me permite una acotación; la obra de Baumann se inscribe entre los ensayos que "describen" y/o tratan de pensar lo que se entiende por post-modernidad y ya hoy conforma uno de los libros fundamentales (se puede decir "un clásico") al momento de lecturas recomendadas al respcto. Por este motivo el presente pasaje sobre los acontecimientos en Grecia vinculados con este texto es, a mi entender, acertado. Felicitaciones. Lisandro.
… Baumann, con un ejemplo descrito sobre una manifestación, propone que determinados acontecimientos en realidad son dispositivos-nicho que funcionan como receptáculo de frustraciones. En nuestros tiempos, la ausencia de un motivo convocante concreto (lucha por la disminución de la jornada laboral promedio, etc.) sumado a otros aspectos implicaría que las manifestaciones se conformen de tantas frustraciones disímiles domésticas como cantidad de personas la formen. Estos eventos funcionarían, por tanto, como catalizador individual y ya no exactamente poseerían una función social debido a la fragmentación de nuestras sociedades.
Ahora bien, hay una remota posibilidad que esta hipótesis, interesantísima por cierto, no se pueda aplicar. Acaecen ciertas manifestaciones espontáneas que aún provienen de singulares huestes con determinadas ideas. Las mismas, por un lado, no sufren el vicio del puntero que sirve de fuerza de choque a sectores disidentes (pero coyunturales) al gobierno de turno como en ciertos países latinoamericanos o, por otra parte, no forman parte de aquellos fanáticos del panteísmo de la cosa, expresión parcelaria de los problemas sociales (ecologistas; etc.), que están presentes mayormente en los países desarrollados. Si el joven asesinado y/o algunas o todas las protestas ulteriores son connaturales con estas ideas… sí o sí con estas ideas y no otras, se aplica la excepción a la regla y debemos abstenernos de aplicar la hipótesis de Baumann. Las manifestaciones habrían sido genuinas (teórico-política y socialmente hablando) y serían consecuentes con sus raíces ideológicas de alrededor de 150 años en constante e infinita formación positiva.
Elaborados comentarios de parte tuya, Lisandro. Estoy de acuerdo en general. Pero no me queda muy claro a que te referis con "...ciertas manifestaciones espontáneas que aún provienen de singulares huestes con determinadas ideas...".
O, mejor dicho, si me queda claro, pero no me gusta lo que implica o se oculta detrás de dichas líneas
Pablo
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