jueves, 24 de febrero de 2011

Haití continúa lidiando con sus limitaciones

A un año y un mes desde el letal terremoto de enero de 2010, Haití enfrenta aún grandes obstáculos para la reconstrucción, mientras espera con ansiedad la celebración de la segunda vuelta electoral para elegir nuevo presidente.

La isla experimenta un agitado comienzo de año, desde que el ex dictador Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier retornara desde su exilio en Francia el pasado 16 de enero, siendo acusado por la justicia haitiana apenas concretado su regreso. Duvalier, quien gobernó de facto el país bajo la figura de “presidente vitalicio” desde 1971 a 1986, es investigado por crímenes de lesa humanidad, asociación ilícita y malversación de fondos públicos.

Otro ex presidente, Jean-Bertrande Aristide, ha confirmado sus intenciones de regresar a Haití desde Sudáfrica, país donde reside desde 2004, año en que fuera expulsado del cargo presidencial ante el estallido de masivas revueltas en las calles y luego de ser aislado por la comunidad internacional. Tras varios intentos fallidos de retornar al país, finalmente tanto la Cancillería como el Ministerio del Interior haitianos otorgaron el visto bueno legal para el regreso del ex primer mandatario. Luego de dicha autorización, el abogado de Aristide aclaró sin embargo ante la prensa que su cliente quiere “dedicarse a la educación pública y no a la política”.

La agitación social provocada por la reaparición en la escena pública de dos ex presidentes se ve acrecentada por la inminencia del ballotage para las elecciones presidenciales, a realizarse el próximo 20 de marzo. La primera vuelta se había producido en noviembre de 2010, en medio de graves acusaciones de fraude e irregularidades tras las cuales debió interceder la Organización de Estados Americanos (OEA, el organismo intergubernamental hemisférico que se encargó de monitorear las elecciones) y Estados Unidos.

En las sospechadas elecciones, la candidata de centro-derecha, Mirlande Manigat, resultó ganadora, seguida por el oficialista Jude Célestin. La publicación de estos resultados desató la ira de los seguidores de Michel Martelly, un popular músico que, según el gobierno, había quedado en tercer lugar.

Ante la intervención de la OEA y la presión ejercida por la sorpresiva visita de Hillary Clinton a la isla el pasado 30 de enero, el gobierno accedió a retirar la candidatura de Célestin, otorgándole así la posibilidad de acceder al ballotage a Martelly. Sin embargo, semanas después del aparente revés del oficialismo, comenzaron a circular rumores que señalaban un acercamiento entre Martelly y el ex candidato Célestin.

La caldeada situación se agravó el pasado lunes 7 de febrero, día en que el actual Presidente de Haití, René Preval, debía dejar su cargo. Ante la indefinición de las elecciones, Preval anunció que permanecerá en el poder hasta el 15 de mayo, fecha en que traspasará el mando a quien gane la segunda vuelta. La noticia provocó la movilización de cientos de personas que reclamaron su salida inmediata del gobierno y la celebración de elecciones transparentes. Las manifestaciones fueron duramente reprimidas por la policía, sembrando nuevamente la incertidumbre sobre el futuro de Haití.

En medio de las especulaciones políticas por las elecciones, la grave crisis de salud pública que estallara a fines de octubre del año pasado, cuando se propagó una epidemia de cólera que dejó un saldo de más de 3.300 fallecidos y 150.000 infectados, sigue siendo materia de análisis. Al respecto, un estudio de la prestigiosa revista científica New England Journal of Medicine concluye que la epidemia provino del Sur de Asia, lo que confirmaría las sospechas de la mayoría de los ciudadanos haitianos que señalaban a las tropas de paz enviadas por Nepal en el marco de las Naciones Unidas como responsables de introducir la enfermedad en la isla, donde no se registraba el virus en más de 100 años.

No obstante, los cuestionamientos a la misión de paz de Naciones Unidas (conocida como MINUSTAH por sus siglas en inglés) van más allá del mencionado estallido de cólera. Desde Estados Unidos, organizaciones no gubernamentales critican duramente la falta de resultados concretos en cuanto a la reconstrucción del país luego del terremoto de principios del año pasado. La falta de coordinación, alegan, es la principal causa que impide avanzar hacia la normalización de la isla. Cabe recordar que tropas de Naciones Unidas ya se encontraban apostadas en Haití antes del terremoto, desde la crisis socio-política que terminó con el gobierno de Aristide en 2004.

Con semejante panorama sombrío, algunos analistas han llegado a hablar de la necesidad de establecer una especie de protectorado internacional sobre Haití a cargo de la ONU. Dicha propuesta sólo haría enfurecer aun más a la golpeada población, que además de lidiar con los nocivos efectos de un terremoto, una epidemia y oscuras elecciones, vería perder quizás el único atributo que sigue haciendo de Haití un Estado Nacional: la soberanía.


Matías Pablo Arese

Lic. en Relaciones Internacionales (UNR)

Artículo publicado en Sin Mordaza y Desarrollo y Región